Primero pensaba poner de título “Un día raro”, pero ahora creo que en el recuerdo quedará como "un día especial".
Comenzó como cualquier otro día, con el despertador a las 6… Por suerte faltaban solamente un par de días para el receso invernal. Me levanté, puse el agua, me vestí, desayuné, controlé tener el celular en el bolsillo y salí. Parecía todo normal, pero no lo era, y los nervios empezaron a asomar, cuando me di cuenta que estaba en una parada de colectivo cualquiera, que no me llevaba a ningún lado, en lugar de estar parada en el lugar de siempre, esperando al escolar.
La mañana transcurrió normalmente, entre cuentas y fórmulas en Excel, hasta que el celular vibró ¡Nació Sol!, y la imaginación empezó a volar: a imaginar como era, seguro que hermosa; a imaginar el futuro: cuando le salgan los dientes, cuando cumpla el año, cuando empiece a caminar, cuando vaya al jardín con el guardapolvo a cuadros, cuando empiece primero, cuando festejemos los quince, cuando traiga el primer novio… Sol: va a ser una alegría poder compartir todas estas cosas con vos, te quiero mucho.
Pero continuemos con mi día, como siempre, al mediodía tomé el 25 para cambiar de colegio. Pero a la tarde me aguardaba una sorpresa. Vino a visitarnos al cole la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires. La verdad que pudimos disfrutar de un buen rato de música… La tarde transcurrió con un poco de preocupación, la cesárea no había salido tal cómo estaba planificada, pero eso ya es historia, ahora madre e hija están prefectas y lo que pasó, es leyenda.
Para terminar este “día raro”, fuimos con Vicky, Agus y Lore a un “recital raro”. Fuimos a ver a Abel Pintos y a Andrés Gimenez, una mezcla de rock y folcklore. Fue un buen final para este día inolvidable, que de acá en adelante festejaremos con torta, velitas, besos y malcrianzas para nuestro nuevo Solcito.